Mejorar la productividad es necesario, no opcional
Gabriela Clivio Economista, directora de Business Valuations de Mazars
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Gabriela Clivio
La relación entre productividad y crecimiento económico se ha debatido extensamente. Lo cierto es que, para mantener la creación de riqueza, los países deben encontrar formas de impulsar su productividad.
En las economías emergentes, caracterizadas por tamaños importantes de su población con un porcentaje mayoritario de jóvenes y altas tasas de natalidad, el crecimiento será en gran parte consecuencia de la incorporación de más personas a la fuerza de trabajo. En las naciones desarrolladas, caracterizadas por bajas tasas de natalidad y una población envejecida, la innovación y la productividad son factores aun más críticos como determinantes del crecimiento económico.
“Un aumento en la productividad -que se encuentra estancada- es un imperativo para el país si quiere mejorar el crecimiento”.
Chile, que forma parte del grupo de economías emergentes, se caracteriza por una población con una baja y decreciente tasa de natalidad. A fines de 2022, la tasa de natalidad se ubicó en 1,44 hijos por mujer en promedio, cifra menor que las estimaciones del INE, que proyectaba una tasa de fecundidad de 1,6 hijos en el país hacia el año 2050.
En cualquier caso, ambas cifras se ubican por debajo de la tasa de remplazo de 2,1 hijos en promedio. Es decir que los niños no alcanzarán a remplazar a la generación de sus padres. Por esta misma razón, una mejora en la productividad -variable que, por lo demás, se encuentra estancada- es un imperativo para el país si quiere mejorar el crecimiento.
Sin embargo, de acuerdo con el informe dado a conocer por la Comisión Nacional de Evaluación y Productividad (CNEP) el año pasado, la productividad total de factores cayó entre 3,4% y 3,6%, y el indicador volvió a acercarse a la tendencia que mostraba hace por lo menos 15 años, revirtiendo las ganancias que se habían obtenido en 2021.
Lo cierto es que la productividad se ha venido desacelerado sostenidamente desde el año 2000 y su contribución al crecimiento económico fue apenas un 0,1%. Lo anterior contrasta con los datos de la década de 1990, cuando la productividad anotó un crecimiento de 2,3%. Hoy es más que evidente la necesidad de fomentar políticas que aumenten la productividad y evitar las políticas que impidan este proceso.
En el pasado, la desregulación ha permitido un aumento de la productividad. Cambiar los límites en torno al equilibrio laboral y la vida también podría agregar algunos puntos de crecimiento absoluto, mientras que mejorar la educación es sin duda una vía más que obvia para conseguir un aumento de la productividad. Recordemos que las empresas de todo el mundo citan constantemente a la falta de talento como su principal restricción para el crecimiento. Por todo esto es muy importante la medida de fortalecer y priorizar el Programa Talento Digital, incluida en la agenda de productividad 2023.
Sin embargo, la preocupación por el crecimiento y la productividad debiera estar también incluida en las otras reformas que impulsa el Gobierno, tales como la tributaria y la de pensiones.